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#TBTdeTM: Las vacaciones de los 80 (2)

Elsa Bernaldo de Quirós | Jueves 03 de agosto de 2023
Echamos de nuevo la vista atrás para recordar cómo eran aquellos viajes de los años 80, ahora que el periodo estival nos lleva a esos momentos tan especiales...

En los años 80, los campings eran lugares muy populares para pasar las vacaciones

Los campings están volviendo ahora que regresan los 80, no solo en términos de música y moda, sino también por otras razones. Hace cuatro décadas, las acampadas eran la preferencia de muchas familias en lugar de los hoteles, principalmente debido a su mayor accesibilidad económica, así como al ambiente natural y relajado que ofrecían estos entornos.

Mientras los mayores se reunían alrededor de la hoguera y la noche estrellada, aprendíamos a nadar en el río, a andar en bicicleta con la Bicicross de BH y a dar besos con los ojos muy cerrados. Mientras alguien tocaba una canción de Serrat, se pasaban la bota de vino. Todo esto sucedía mientras los mosquitos afilaban sus aguijones para otra noche de gloria a costa de aquellos despreocupados veraneantes ochenteros y pobres.

Yo, al pueblo

Organizar el verano no requería Guía Michelín ni agencia de viajes para algunas familias. El pueblo era el destino de vacaciones y punto final. Y, especialmente para los más pequeños, a menudo era la opción preferida. ¿Quién quiere visitar la Catedral de algún lugar desconocido y las ruinas de algo desconocido? Es mucho mejor pasar el verano con los amigos de siempre en la plaza del pueblo hablando de los temas habituales, donde va a parar.

A nivel económico, también tenía sus ventajas para los mayores. La familia se dirigía a la casa de los abuelos, donde celebraban la invasión sacando la olla grande. Donde entran dos caben 10. Se preparaba un gazpacho que requería el uso de aproximadamente 40 tomates. Aquello era considerado turismo rural, y lo demás era solo un cuento.

A Torrevieja, al apartamento

Aquellos que derrochaban dinero o habían participado en el programa de televisión "Un, dos, tres" se dirigían a un apartamento en Torrevieja, Torremolinos o cualquier otro lugar que comenzara con 'torre'. Muchos de estos destinos, ya experimentados con los turistas desde el auge turístico de los años 60, eran un paraíso para los veraneantes que pasaban 11 largos meses soñando con los tres metros cuadrados de playa donde colocar la sombrilla, la nevera, las sillas, las hamacas y el resto del equipo... 30 días de playa para llegar al trabajo el 1 de septiembre como un clavo, donde López siempre llegaba más bronceado que tú.

El ritual de digestión de dos horas como práctica común

Carlitos, no han pasado dos horas todavía. Debes aguantar un poco más. ¿Acaso deseas que te ocurra un corte de digestión? No, mamá. El corte de digestión era algo que nos preocupaba en las piscinas y playas de los años 80. Todos habíamos escuchado sobre ello, pero nunca lo habíamos presenciado.

Hace años, se rumoreaba que a Juanchi, el primo de María de los Ángeles, la de Gordaliza del Pino, le había ocurrido algo similar: según cuenta la leyenda, después de esperar solo 1 hora y 45 minutos, decidió meterse en el agua y tuvo que ser rescatado por el socorrista. No, no, es mejor que espere un poco más, no vaya a ser que me pase como a Juanchi... ¿o fue Juancar quien sufrió un corte de digestión? Mamá, ¿recuerdas quién fue el que sufrió un corte de digestión aquella vez? Fue Juanpi, Carlitos... ¿No quieres evitar que te ocurra lo mismo que a Juanpi, verdad? Pero, ¿quién es Juanpi? Y así transcurrían las dos horas de la digestión... y finalmente al agua.

Los viajes en avión eran muy populares y se convirtieron en una forma común de transporte

Desde que Ted Striker tuviera que hacer aquel famoso aterrizaje de emergencia, los viajes en avión nunca fueron iguales. En aquellos tiempos, en 1980, tenías que abrirte paso entre la humareda para alcanzar el baño. Sí, amigos, todavía se podía fumar en los aviones en los años 80.

Llegar a pagar hasta 50.000 pesetas por un billete de avión físico que luego se guardaba como oro en paño, aquellos que invertían el sueldo de un par de meses en ir a Londres recordaban aquel verano en el que cambiaste Torrevieja por Camden Town.

Las fotografías de los viajes

En el pasado, no tan lejano, solíamos tener recuerdos de nuestros viajes a través de un par de carretes con 24 fotos cada uno. En aquel entonces, no había tantas fotos con cabezas o pies cortados ni tampoco con los ojos cerrados. La cámara no se utilizaba de manera compulsiva, sino que solo se sacaba en situaciones muy especiales.

El fotógrafo podía pasar varios minutos indicando a Maripaz que se moviera un poco más a la izquierda, no tanto, no tanto, más a la derecha. ¡Ahí, ahí! Para, para. Y luego tomaba la foto. La imagen sería vista en un mes y entonces veremos qué sale. Que sea lo que Dios quiera. Ah, y por supuesto, los selfies no existían. ¡Qué década prodigiosa!.

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