Lisboa, la ciudad de las siete colinas, es el corazón palpitante de Portugal. Pasea por el barrio de Alfama, con sus callejones empedrados, fado en vivo y vistas panorámicas desde el Castillo de San Jorge. No olvides visitar la icónica Torre de Belém, un símbolo manuelino declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y el Oceanário de Lisboa, uno de los acuarios más grandes de Europa. Ideal para un fin de semana lleno de tranvías amarillos y pasteles de nata.
A solo 30 minutos de Lisboa, Sintra es un sueño romántico. Explora el Palacio Nacional de Pena, con sus colores vibrantes y jardines exuberantes, o sumérgete en los misterios de la Quinta da Regaleira, famosa por su iniciático Pozo de los Secretos. Este pueblo, rodeado de bosques neblinosos, fue la escapada favorita de la realeza portuguesa y sigue siendo un must para amantes de la arquitectura fantástica.
En el norte, Oporto (o Porto) cautiva con su río Duero y sus puentes emblemáticos como el de Luis I. Cruza a Vila Nova de Gaia para catar vinos de Oporto en las bodegas centenarias. La Librería Lello, inspiración de Harry Potter, y la estación de trenes de São Bento, con sus azulejos azules, son paradas obligatorias. Perfecta para una escapada gastronómica con francesinhas y vistas al atardecer.
El Algarve es sinónimo de sol y mar. En Lagos, descubre acantilados dorados, cuevas marinas como la Ponta da Piedade y playas vírgenes como Praia do Camilo. Este región sureña ofrece desde surf en Sagres hasta golf en Vilamoura. Es el escape ideal para familias o aventureros que buscan desconectar en la costa atlántica.
Con una de las universidades más antiguas del mundo (fundada en 1290), Coimbra es un bastión cultural. Sube a la Biblioteca Joanina, un tesoro barroco con miles de volúmenes antiguos, y asiste a la serenata de los estudiantes en mayo. Sus calles medievales y el río Mondego la convierten en un destino para quienes aman la tradición académica y el fado académico.
Conocida como la "Villa de las Reinas", Óbidos es un pueblo medieval amurallado que parece sacado de un libro. Recorre sus murallas, prueba la ginjinha (licor de cereza) en copas de chocolate y explora el Castillo de Óbidos. En primavera, se cubre de flores, pero su encanto es eterno. Ideal para una excursión de medio día desde Lisboa.
Patrimonio UNESCO, el Valle del Duero es un tapiz de terrazas de viñedos que descienden hasta el río. Haz un crucero desde Pinhão, visita quintas (fincas) como la de Mateus y degusta vinos en Peso da Régua. Este rincón del norte es perfecto para enoturistas y amantes de la naturaleza.
En la región del Alentejo, Évora brilla con su Templo Romano (el más conservado de la península) y la Capilla de los Huesos en la Iglesia de San Francisco. Prueba la cocina alentejana, rica en cordero y quesos, en esta ciudad serena y histórica.
Famosa por sus olas gigantes (¡hasta 30 metros!), Nazaré atrae surfistas de élite al Praia do Norte. Sube al Sitio para vistas panorámicas y visita el Santuario de Nuestra Señora de Nazaré. Es un mix de adrenalina y folklore marinero.
Con sus canales y moliceiros (barcos tradicionales), Aveiro es un deleite acuático. Pasea en barca, come ovos moles (dulces típicos) y explora las salinas de sal marina. Cerca de Oporto, es una joya costera para un día de relax.
Portugal es compacto, por lo que un viaje de 10-14 días te permite cubrir lo esencial en tren o coche de alquiler. No te pierdas la pastelería local, el marisco fresco y las fiestas como el Santo António en Lisboa. Recuerda reservar con antelación en temporada alta (junio-septiembre). ¿Listo para explorar? ¡Portugal te espera con los brazos abiertos!