El complejo incluye no solo el mausoleo principal, sino también jardines simétricos (Charbagh), una mezquita, una casa de huéspedes y una gran puerta de entrada. Su diseño combina elementos persas, islámicos e indios, con intrincados trabajos de incrustación de piedras semipreciosas (pietra dura) que forman flores y caligrafías coránicas.
El Taj Mahal es una obra maestra de simetría y proporción, construido con mármol blanco de Makrana que cambia de color según la luz: rosado al amanecer, blanco lechoso al mediodía y dorado al atardecer. Sus minaretes, cúpula central y detalles en pietra dura lo convierten en un ejemplo perfecto del arte mogol.
Shah Jahan lo mandó construir como tumba para Mumtaz Mahal, quien murió al dar a luz a su 14º hijo. El emperador fue enterrado junto a ella, y la historia detrás del monumento añade una capa emocional que hace la visita inolvidable.
La mejor hora para visitarlo es al alba (abre a las 6:00 AM) o al ocaso, cuando la luz suave crea reflejos perfectos en los estanques y el mármol brilla intensamente. Evita las horas centrales del día por el calor y las multitudes.
Acércate para apreciar las incrustaciones de jaspe, lapislázuli, cornalina y otras piedras que forman patrones florales. La caligrafía coránica en las entradas y el interior del mausoleo (donde están las cenotafas) son impresionantes ejemplos de artesanía.
Combina la visita con Delhi y Jaipur para un itinerario clásico. Además, desde el otro lado del río Yamuna puedes obtener vistas gratuitas y menos concurridas, ideales para fotos al atardecer en el Mehtab Bagh.
Consejos prácticos: Compra entradas online para evitar colas, contrata un guía autorizado para entender los detalles históricos y respeta las normas (no se permiten trípodes ni comida dentro).
¡El Taj Mahal es un destino que hay que vivir al menos una vez en la vida!