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Burgos a las puertas de un verano entre cascadas
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Burgos a las puertas de un verano entre cascadas

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La provincia de Burgos cuenta con más de 30 saltos y colas de agua, desde la cascada de las Pisas hasta la de Tobera pasando por el salto del Nervión, cada una de ellas es un auténtico espectáculo para los sentidos que nos permite soñar con un verano al aire libre.

A lo largo y ancho de la provincia de Burgos numerosos ríos y afluentes discurren por una orografía que les permite fluir hasta toparse con el vacío. Fenómenos que invitan al viajero a soñar con un destino en el que reina la naturaleza en estado puro y a dejarse llevar por la singular belleza de su entorno, donde se pueden contemplar más de 30 colas y saltos de agua. Algunos más a la vista, otros escondidos entre parajes idílicos y bosques de cuento, que hacen que llegar hasta ellos se convierta en una experiencia inolvidable con la llegada de temperaturas más cálidas.

Cascada de las Pisas, el mejor punto de partida


Al norte de la provincia, en el límite entre el valle de Valdebezana y la Merindad de Valdeporres, brota una sucesión de escalonadas cascadas por las que se precipita impetuosamente el río Gándara. Es la cascada de Las Pisas, un nombre que se debe al proceso de obtención de la fibra de lino -una tradición de antaño-, que emerge ante el caminante como un magnífico espectáculo de la naturaleza.

Para llegar hasta este paraje que muestra su esplendor en todas las estaciones, la mejor forma es aventurarse en el GR 85, conocido también como la Ruta de los Sentidos, que cruza esta zona en su etapa final, que une Soncillo con Puentedey. Es un camino sencillo, de unos 45 minutos a la ida y otros 45 a la vuelta, y un recorrido de aproximadamente 3 kilómetros.

Una vez dejado el vehículo en el aparcamiento cercano que la localidad de Villabáscones de Valdebezana ha habilitado para tal fin, abandonamos la carretera y tras dejar a un lado la iglesia, empieza el sendero. Al atravesar un frondoso bosque de hayas, robles, avellanos y acebos, en ocasiones envuelto en un halo de misterio y leyenda por la niebla, así como un merendero y un puente de madera, emerge entre las rocas este singular rincón lleno de magia. Otro punto de partida interesante para conocer esta cascada es el pueblo de Quintanabaldo,

No lejos de allí, otros enclaves de visita obligada son el enigmático complejo kárstico de Ojo Guareña, donde se encuentra la ermita de San Tirso y San Bernabé y el conjunto de cuevas más extenso de la península; el pantano natural del Ebro en Ariza o el asombroso puente natural sobre el que se sitúa Puentedey en un paisaje de ensueño bañado por el río Nela.

Tobera, un pueblo que nace del agua


Entre bosques de quejigos emergen diversas cascadas que el río Molinar forma a su paso por la localidad de Tobera, a la que divide en dos. Estas cataratas atraviesan un desfiladero de roca que parece tocar el cielo y sus aguas cruzan los montes Obarenes creando una profunda garganta por la que antaño transcurría la calzada romana que unía La Bureba con Orduña. Cerca de la cascada, las ermitas de Santa María de la Hoz y del Cristo de los Remedios, junto con un puente de origen romano, forman una postal de indescriptible belleza donde la naturaleza y la mano del hombre se encuentran.

Baño y espectáculo en la cascada del Peñón


De nuevo en Las Merindades, concretamente entre los municipios de Pedrosa de Tobalina y La Orden, un afluente del Ebro vierte sus aguas en una impresionante cascada a su llegada al valle de Tobalina. Es el río Jerea, que forma una extraordinaria caída de 20 metros de altura y que llega a alcanzar los 110 de longitud, en un enclave paisajístico de gran belleza que en verano se convierte en una idílica zona de baño, tanto en la parte superior como en la inferior.

La Salceda, un tesoro oculto


La cascada de la Salceda es otra de las más preciadas gemas naturales del norte burgalés. Se trata de un salto de agua de 30 metros que producen las aguas del arroyo de San Miguel al precipitarse por las laderas de los Montes de Somo, tras permanecer escondido en el Valle de Sotoscueva. Hasta este fenómeno se puede llegar de diversas maneras, por ejemplo, desde el refugio forestal Pico del Ángel o bien desde Quisicedo, donde se pueden contemplar la Iglesia de Santiago y el Torreón de los Velasco. Esta última ruta, de unos 9 kilómetros, se adentra en las profundidades de un hermoso bosque de hayedos centenarios, encinas y acebos que lleva hasta el cauce del arroyo de San Miguel. Junto a él, un sendero permite ver cómo el arroyo se va descolgando en sucesivos saltos de agua hasta ganar altura. Es aquí cuando, tras saltar de una orilla a otra y llegar al extremo superior del barranco, llegado el momento aparece, precedida por un estruendo, la imponente cascada.

El salto del Nervión, la joya de la corona


Situado en el Monumento Natural de Monte Santiago, en la frontera entre Álava y Burgos, el Nervión sigue el insólito trazado que dibuja el cañón de Delika, un enorme escalón por el que, si las lluvias han sido abundantes los días anteriores, fluye en caída libre dando lugar a un espectacular salto de 222 metros. No en vano es el mayor de toda la Península Ibérica. Un fenómeno único que se puede contemplar fácilmente yendo a pie a través de una ruta senderista que, tras cruzar un bosque de hayas de ensueño, se dirige hacia un magnífico mirador que a nadie deja indiferente. Si no se han producido copiosas lluvias recientemente, es posible que pueda contemplarse sin agua.

Al corazón del cañón del Ebro en Orbaneja del Castillo


Por encima de las casas de Orbaneja del Castillo, en el valle de Sedano, se encuentra otra de las cascadas más conocidas y fotografiadas de la provincia de Burgos. Esta corriente nace en Cueva del Agua y, tras atravesar toda la población, se precipita en una caída de unos 25 metros, saltando enérgicamente y dividiéndose en mil hebras sobre las rocas de este rincón del cañón del Ebro. Seguir el curso del agua por las calles de la localidad, contemplar el conjunto kárstico del anfiteatro que rodea la villa o ver la cascada tanto desde abajo como arriba son experiencias que ningún visitante debe perderse.

Nacimiento del Cadagua, eje principal del valle de Mena


En el valle de Mena, en un bonito enclave envuelto en un aura de misterio bajo el Puerto de la Magdalena, en los Montes de la Peña, nace el río Cadagua, un afluente del Nervión. Sus aguas brotan con fuerza de entre las rocas, cubiertas por tupidos mantos verdes que forman los musgos, en torrentes que dan lugar a pequeñas cascadas y que, a su vez, descienden por un despeñadero de umbrías privado de la luz del sol. Para llegar hasta este lugar, es común realizar un recorrido circular con inicio y final en la iglesia de Cadagua, que completa un trazado de 9 kilómetros en un agradable paseo de aproximadamente tres horas de duración. También es una gran oportunidad para adentrarse en un pequeño tramo del sendero GR 85, a partir de un desvío en el camino de ascenso a la estación de FEVE de Cadagua, para visitar la iglesia de Siones, una de las joyas más majestuosas del románico en el valle.

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